viernes, 9 de julio de 2010

Fotografías de Esteban Arias Zúñiga

Serie: Breviario de Madres





















Desde el comienzo de las sociedades el valor estético por los objetos ha adquirido el grado de representarnos ante la masa, ya sea por estatus, canon de belleza, clase, generación, o simplemente estilo. Actualmente esta falsa idea de “lo individual” define al sujeto moderno, y nos ha relegado a identificarnos a través de objetos fabricados en masa, que satisfacen nuestra estética, reflejada en miles de vitrinas repletas de objetos dispuestos a ser consumidos, cerrando el ciclo a través del cual la cultura y la economía “democratizan el arte”, y logran que este se inmiscuya en la vida cotidiana, no como una supuesta experiencia estética, sino que como el simple efecto de algo bello.

Entonces si los objetos que nos rodean, son capaces de definir una condición social y generacional, ¿qué es lo que sucede acá en Latinoamérica? ¿Por qué confluyen dentro de la cultura latinoamericana tantas influencias y nociones, tan distintas unas de otras? ¿Cuáles son las bases que generaron estos escenarios? La Hibridación es el concepto capaz de aglutinar estas dudas, y señala a la mezcla cultural, entre el folklore, lo religioso (barroco) y lo kitsch de la sociedad de masas Latinoamericana, junto con su idiosincrasia y su aspiración.

En Santiago de Chile, las casas son mayoritariamente organizadas por las mujeres y es la dueña de casa quien establece una coherencia estética dentro de su vivienda.
Junto a estas premisas he decido elegir un punto neurálgico, para centrar y sintetizar estas características, este lugar es el “living” termino extranjero para denominar lo que vendría siento la sala de estar, y que traducido seria “viviendo”. Allí en este cuarto es donde se muestran las familias a las demás personas, es donde coleccionan sus recuerdos, sus fotografías y artículos que los identifican, que los unifican como grupo, y precisamente es este el lugar en donde más objetos con gran valor emotivo podemos encontrar. Texto: Esteban Arias Zúñiga

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