Un mundo absolutamente femenino se ve en la fotografía de Pilar Castro. Mujeres en distintos roles y situaciones, donde cada una guarda un enigma.
A lo largo de la historia el mundo de la mujer se ha visto como algo complejo, que los hombres se esfuerzan por tratar de entender, donde finalmente la mujer sólo termina siendo un fetiche, una muñeca, que representa los torpes conceptos estereotipados que ellos ven, dejando al mundo femenino como un cliché de la fantasía masculina, minimizando a la mujer ya sea a su rol de madre o de amante. Pero de vez en cuando aparecen imágenes, hechas por mujeres que nos desengañan de esta falsa fantasía, no se trata de discursos feministas ni resentidos, sino de historias y lugares que develan un poco el ser mujer, ya lo hizo Cindy Sherman autorretratándose en distintos roles femeninos, jugando con los estereotipos, los lugares comunes y dándole ese aire enigmático y cinematográfico a su trabajo. Pilar Castro se acerca a esta línea, pero con un punto de vista mucho más actual, con una visión más delicada y muy minuciosa. Trabaja el autorretrato, pero no sólo se queda en él, sino que toma sus modelos y les da roles y personajes donde interpretan a una parte de este universo femenino. Existe en su trabajo la crítica al mundo moderno, donde la mujer debe cumplir con normas impuestas por la sociedad, en la cual debe ser delgada y verse bien, pero además ser una buena dueña de casa, y donde esta termina siendo absorbida por las tecnologías que le hacen la vida “más fácil” (los electrodomésticos que le permiten ser bella, ser eficiente en la cocina, limpiar la casa, o distraerse). Pero también sigue otra línea de trabajo, más intimista donde enigmáticos personajes son parte de lugares inventados, que no son otra cosa que el reflejo de su propio mundo interior, donde guardan sus secretos y sus historias. Texto: Camila Huerta
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